CONTRADICCIONES

Nuestro mundo y, más concretamente nuestro país, vive en una contradicción constante. Esta contradicción está totalmente ligada a la política y a la economía, parte indisoluble de la primera. Son muchas, constantes, variadas, de aquí y de allá y nada se hace por solucionarlas, dejándonos en un ir y venir que depende de la parte del capital que maneje el discurso, ya sea la parte progresista o la conservadora.265be08b7324d0edecfd5bb2abd6ec56_XL

Para poder vivir se hace necesario tener una casa y para poder pagarla hay que trabajar. Pero si a la gente de campo nos pagan los duros a dos pesetas, tenemos que marchar a lugares donde sí haya trabajo, dejando vacía nuestra tierra y haciendo que el alquiler de las ciudades suba y suba. Nos cierran hospitales y ambulatorios rurales, pero hay que luchar contra la despoblación. Debemos tener hijos para poder pagar las pensiones el día de mañana, pero estamos demasiada gente en un planeta con recursos limitados. Estamos castigando la naturaleza día a día, pero la producción no puede detenerse si queremos ser competitivos con otros países. Conciliemos la vida laboral y la familiar, pero abramos las tiendas todos los días de la semana. Necesitamos mano de obra barata, pero no inmigrantes. Queremos la libertad de la mujer, pero no eliminamos ni trabas ni acoso. Que denuncien si sufren una agresión, pero a ver dónde iba ella sola.

Hay que viajar para enriquecerse y conocer otras culturas, pero el uso de transportes como el avión contamina. Fomentemos el transporte público y el uso de alternativas como la bicicleta, aunque no mucho porque la fabricación y venta de coches es un indicador de que la economía va bien. Queremos gente con titulación y bien preparada sin invertir en universidades y educación públicas porque quiero ser libre de elegir llevar a mis hijos a un colegio pijo, aunque no pueda pagarlos. Hay que fomentar la inversión, pero no el gasto público. Rescatemos autopistas privadas que no dan dinero por la mala gestión de las empresas que las construyeron, y también Bankia. Quitemos políticos, pero aceptemos la contratación a dedazo de asesores privados. Privaticemos beneficios y nacionalicemos deudas, porque lo privado funciona mejor que lo público. Hagamos privadas las empresas estatales de energía y cuando la luz sea muy cara, impongamos un impuesto al sol. Una crisis económica es una tragedia, pero es el mercado, amigos.

Los defensores del capitalismo mienten y falsean las relaciones económicas más simples y se empeñan en sostener la unidad frente a la incoherencia del usurero modelo que aguantamos. Todas estas contradicciones (y varias que me dejo) están entrelazadas como los barrotes de una prisión, sosteniendo el sistema neoliberal que nos mantiene en el fango. Es imposible modificar o romper una sin romper las demás. Existen muchas luchas, pero solo un camino para escapar de la cárcel.

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